Indudablemente, el dilema de si la felicidad es constante o momentánea ha ido resurgiendo a lo largo de la historia y, paradójicamente, a día de hoy no sabemos definirla.
Yo, personalmente, me la empecé a cuestionar desde los doce años, pues es la edad en la que considero que comencé a madurar y a cuestionármelo todo. Por ello mismo, ahora expondré mis argumentos y mi razonamiento sobre ello.
Dado que la felicidad ha sido un gran interrogante, muchos filósofos han intentado responder a él, como puede ser el caso de Aristóteles, quien aclaraba que, para ser feliz hace falta unir sabiamente la virtud, la contemplación y los bienes exteriores. En cambio, para otros era vivir el presente, es decir, no pensar en el ayer ni en el mañana. Por otro lado, también mencionan que la verdadera felicidad no es tenerlo todo, sino que consiste en no desear nada; y, finalmente, también era defendida la teoría del amor, ya que a través de él podíamos llegar a experimentar lo susodicho.
Según mi parecer, la felicidad es un objetivo universal y se caracteriza por tener diversos caminos e interpretaciones. Nadie en su sano juicio quiere sufrir infelicidad. Además, sostengo la idea que dependiendo de la forma de pensar podrás llegar a ser feliz, o no. Es decir, si se tiene una visión optimista, esperanzada e ilusionada de la vida (que no es fácil y no está al alcance de todo el mundo, ya que hay que invertir mucho esfuerzo), se hará más ameno el camino hacia ella. Sin ella estaríamos perdidos, y es que nos aporta bienestar, tranquilidad y también mayor longevidad.
Una vez dicho esto, regresemos al dilema de si la felicidad es constante o momentánea.
Cuando hablamos de ella, tendemos a comentar cosas como “ Esto me haría feliz’’ o “Si consigo esto seré feliz’’... Con este modo de hablar podemos llegar a entender que se trata de algo pasajero.
Quizá, una época de la vida sea más feliz que otra, ya que se experimentan muchos más momentos de felicidad, pero no por ello significa que todos los días se experimenten, aunque sí se buscan; un claro ejemplo serían las compras compulsivas, donde la gente compra sin cesar y es feliz en ese instante. Aunque, la persona con esa adicción no es feliz por el hecho de tener más objetos, por lo que no es una felicidad constante, sino momentánea.
En otras palabras, se trata de un estado de ánimo que debe alimentarse e intentar mantener. Cabe agregar que se suele ser más consciente cuando ésta se pierde que cuando se la experimenta. De ahí la frase "Se reconoce la felicidad al ruido que hace cuando se va."
En conclusión y llegados a este punto, mis argumentos han declarado que la felicidad es una búsqueda personal constante, según mis experiencias propias todo lo que hacemos es para satisfacernos a nosotros mismos o a los demás, y así, experimentar esa emoción. El único inconveniente es que sólo se disfruta momentáneamente, y quizá por ello, la valoramos y extrañamos tantísimo cuando ésta no nos acompaña.
Mis únicos dos consejos son: valorar e ilusionarse con absolutamente todo. Tengo la humilde creencia de que siguiendo estos consejos, temporalmente, podremos exprimir la felicidad a su máximo esplendor.
Katrina Dittmann,
1 bachillerato D
Ies Cap de Llevant
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